La niña, con caminar indeciso, se acercó a su madre lentamente. Una vez llegó frente a ella, elevó la cabeza y la paró de forma seca, manteniendo la mirada como queriendo sacar su osadía, su valentía, a través de los ojos. Esa valentía que tanto le faltaba...
-Mamá, quiero volar.
La madre, consciente de que no podía reírse de su hija, pues contaba con tan solo seis años, simplemente le sonrió. Cuando alargó el brazo para acariciarla con ternura, la niña apartó la cara y sus ojos se empaparon al momento.
-¡No! ¡Contéstame!
Con rabia, queriendo reivindicar su derecho a obtener respuestas. Pero ese derecho no existe...
-Cielo... las personas no podemos volar, porque no tenemos alas.
La niña meditó durante unos segundos. Era cierto. Pero no justo. ¿Por qué la mayoría de las aves poseían alas... y ella no? ¿Era acaso menos que un gorrión, que un halcón, que un colibrí...?
La madre notó cómo su hija fruncía el ceño, como señal de su disconformidad.
-Pero tenemos esto, que es mucho más poderoso.
Mientras pronunciaba estas palabras, se golpeaba la sien con el dedo índice. La hija no podía entender lo que quería decirle su madre, pero al momento paró de llorar; como si el pensar tan fuerte la hiciese parar cualquier otra actividad innecesaria. Se secó los ojos y con los labios enfurruñados, preguntó alzando las cejas y encogiéndose de hombros. ¿Qué poder más poderoso? ¿Hay algo mejor que poder volar entre las nubes?
-Tenemos la capacidad de volar con la mente, cariño, y eso es algo inimaginable para cualquier animal.
La niña, boquiabierta, se alejó a su habitación. Se recostó sobre su cama sonriendo. Su madre era realmente sabia, y ella misma en su inmadura madurez se tranquilizó pensando que no tenía por qué entenderlo en el momento. Una vez tendida, mirando las estrellas fosforescentes del techo, intentó pensar con fuerza que volaba para ver si así lo conseguía, pero no hubo suerte. Un poco decepcionada, se quedó dormida. Esa noche... soñó que volaba.
Ya que volar es una cualidad que también los humanos tenemos, pero de la que no somos dueños conscientemente. Se manifiesta cuando quiere, y eso nos desconcierta. Pero a la vez, es la que más nos gusta y la que nos hace más especiales.
Ah, pero no lo olviden. Volar es peligroso.


No hay comentarios:
Publicar un comentario