domingo, 20 de enero de 2013

Sin música la vida sería un error.

¿Conocen esa célebre cita? ¿La han escuchado alguna vez? Estoy segura. Aunque quizá desconozcan su autor,  resulta ser el famoso filósofo amante de la música, sobre todo de la del compositor Wagner, conocido por su relación con el mismo. Hablo de Niezsche, quien desde muy joven, tras acudir a casa de un amigo cuya esposa era hermana del compositor, quedó prendado de su música, y también de su carácter.

¿Cómo sería, cómo percutiría aquel hombre su música para dejar sorprendido al filósofo? Tras aquel día, siguieron quedando a menudo. Nietzsche llegó a una conclusión que pasará a la historia: Sin música la vida sería un error.


Y tanto. ¿Se han imaginado alguna vez una vida sin música? ¿Se han parado a pensar en la importancia que tiene en cada uno de nuestros días? Desde que nos levantamos. Hay quienes se despiertan con un triste sonido repetitivo, pero otros, se levantan de buena gana oyendo a su grupo favorito. ¡Y cómo se nos pega una canción ya para todo el día! Así que cuidado con la que eligen, pues les perseguirá 24 horas, o más, pegándola en cadena a todos los que te rodean y que conocen también la canción.
Hoy en día, miras a tu alrededor, y raro es el que no está con unos cascos en la cabeza. Ya sean grandes y llamativos o lo más discretos posible, con cable o inalámbricos, de tarjeta o por bluetooth. Es impresionante cómo avanzan las tecnologías, pero a menudo en este campo. ¿Por qué será? De nuevo la respuesta es la que dio el filósofo.
También hay todo tipo de radios, con discos, o con casettes aún, o también para meter un pen drive. En cualquier momento, en cualquier lugar, puedes escuchar música. Por no hablar de los móviles, con una calidad en el reproductor que dista mucho de los primeros móviles. Todavía me acuerdo, con el primero que tuve, que ni siquiera podía reproducir canciones en mp3.


Dicen que los que entienden de música, los que la han estudiado o tocan algún instrumento la entienden mejor. Estoy de acuerdo, pero no lo estoy. Me explico.
Yo, personalmente, toco el piano. Hay días en los que puedo estar haciéndolo durante horas y horas sin cansarme. Días en los que me encuentro mal y él es el único que me comprende, que me escucha y se deja escuchar. Experimento algo indescriptible cuando me pierdo entre las notas que me rodean, sumergiéndome en una especie de burbuja que me hace sentir bien, que me da oxígeno cuando el estrés me ahoga, que me anima a llorar cuando la sociedad no me lo permite, que me abraza por detrás cuando necesito consuelo. Y me da un consuelo distinto. Es difícil de explicar objetivamente. Es un tema que solo se puede tratar con el lenguaje poético, con continuas metáforas pues no existen las palabras que busco. Música es vivir cuando los motivos que te llevan a hacerlo desaparecen durante un tiempo. Digamos, mantenerte con vida en ESOS momentos. Esos en los que parece que nada te va bien, que todo te sale al revés, que el mundo conspira contra tu persona. Pero no todo es malo, también hay momentos en los que estás muy feliz y te apetece tocar canciones alegres, aunque al menos por mi parte, me suelo entristecer cuando lo hago. Ella me consuela, pero cuando soy feliz, no me hace falta consuelo, prefiero vivir el momento y no contarlo a nadie, ni tampoco a mi piano.


Pero por otra parte, hay gente que comprende la música mucho más que cualquiera que se dedique a ella. De hecho, estoy segura de que todas las personas del mundo, en algún momento, se han identificado con una canción y se le ha llegado a formar un nudo en la garganta. Porque la música es un lenguaje universal, como el arte. Y aunque haya quienes lo entiendan, hay otros que aparentan hacerlo. Por dar una imagen interesante o culta.
Pero la música es más simple que todo eso. La música se siente, no es tanto estudiarla.
La música es música, porque es de esas pocas palabras que se definen por sí mismas.

Y ahora les dejo, la más famosa obra del gran compositor al que antes mencionábamos. Escúchenla relajados, merece la pena sentir cada nota.


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