Por desgracia, esta frase, así escrita, está en muchos sectores de nuestra sociedad. Aquí, en España. Aquí, en Andalucía. En Sevilla. En nuestro pueblo. Pregúntenle a cualquier persona de más de sesenta años o pídanles que escriban algo. Tres cuartos dirán que no saben, o que aprendieron por otras vías. Y eso que la educación es un derecho. Que no os engañen. No es ningún privilegio: es nuestro
DERECHO ser educados.
Y es que, de hecho, tan solo tres generaciones atrás (la de nuestros abuelos) no fueron al colegio ni aprendieron a leer, escribir o hacer cuentas. Incluso en muchos casos, nuestros padres tampoco pudieron tener una enseñanza decente. Sobre todo en los pequeños pueblos.
La primera verdadera ley de ecuación llegaría con la Ley Moyano de 1857. Esta preveía una educación primaria relativamente gratuita, se implantaron institutos, se centralizó la enseñanza y hubo una libertad de enseñanza limitada. No obstante, fue un gran avance para la época.
La estructura del sistema educativo era básicamente la siguiente:
Primera Enseñanza impartida en las escuelas y de carácter gratuito.
Segunda Enseñanza, impartida en institutos, otorgaban el derecho a examinarse para obtener el grado de Bachiller en Artes.
Enseñanzas facultativas (inicialmente Filosofía, Derecho, Ciencias, Medicina, Farmacia y Teología), que se impartían en las Universidades, daban acceso al título de Bachiller, Licenciado y de continuarse, al título de doctor.
Enseñanzas Superiores, impartidas en las Escuelas Superiores para títulos de Ingeniería, Bellas Artes, Diplomática y Notariado.
Enseñanzas Profesionales que se impartían en centros específicos para títulos de Maestro de primera enseñanza, Veterinario, Profesores mercantiles, Náutica, y de Maestros de Obras, Aparejadores o Agrimensores.
No obstante, la verdadera educación gratuita y obligatoria llegó con la II República, donde se crearon miles de escuelas y se intentó realmente una alfabetización de la población. No obstante, la llegada de la Guerra cambiaría esta reforma.
El franquismo impulsó varias leyes en la posguerra (ley de Instrucción Primaria y ley de Ordenación de la Enseñanza Media) pero la reforma llegaría en 1970 con la Ley General de Educación, donde se constituyeron la EGB, el Bachillerato, la FP y todo eso que conocemos gracias a nuestros padres. Ya gratuita y obligatoria, constaba la EGB de ocho cursos tras los que te daban o el Graduado Escolar o el Certificado de Escolaridad.
Ya con la democracia, la enseñanza se universalizó a toda España, y así todas las personas que conocemos han disfrutado de la educación.
En 1990 se cambió la educación hasta la que tenemos hoy en día, y ahora quieren volver a cambiarla.
Mucho les ha costado a los españoles disfrutar de una educación pública y gratuita, no dejemos que nos la quiten. La educación es un derecho, no un privilegio, y no debemos dejar que nos quiten lo que tanto nos ha costado ganar. Que nuestros hijos no puedan decir: Llo no fuy al colejio.
DERECHO ser educados.
Y es que, de hecho, tan solo tres generaciones atrás (la de nuestros abuelos) no fueron al colegio ni aprendieron a leer, escribir o hacer cuentas. Incluso en muchos casos, nuestros padres tampoco pudieron tener una enseñanza decente. Sobre todo en los pequeños pueblos.
La historia de la educación española es corta. Corta, cortísima, de unos centímetros apenas. Durante la Edad Media y Moderna, la enseñanza era para los príncipes y nobles, para los ricos, y la daba la iglesia. Eso incluía poca ciencia y mucha teología. Pocas modernizaciones y mucho latín. Una educación anclada en el pasado, sin avances.
Con la Ilustración se pretendió cambiar eso, se crearon algunas escuelas públicas y se prestó más atención a la educación secundaria. Aún así, la educación seguía siendo restrictiva. El índice a analfabetismo era alarmante.
Durante la Guerra de la Independencia y el absolutismo de Fernando VII, con la Constitución de 1812 se incluyó un título completo para la educación y su reforma. No obstante, el nuevo rey volvió a la antigua educación, aunque implantando escuelas públicas en municipios con más de 50 habitantes.La primera verdadera ley de ecuación llegaría con la Ley Moyano de 1857. Esta preveía una educación primaria relativamente gratuita, se implantaron institutos, se centralizó la enseñanza y hubo una libertad de enseñanza limitada. No obstante, fue un gran avance para la época.
La estructura del sistema educativo era básicamente la siguiente:
Primera Enseñanza impartida en las escuelas y de carácter gratuito.
Segunda Enseñanza, impartida en institutos, otorgaban el derecho a examinarse para obtener el grado de Bachiller en Artes.
Enseñanzas facultativas (inicialmente Filosofía, Derecho, Ciencias, Medicina, Farmacia y Teología), que se impartían en las Universidades, daban acceso al título de Bachiller, Licenciado y de continuarse, al título de doctor.
Enseñanzas Superiores, impartidas en las Escuelas Superiores para títulos de Ingeniería, Bellas Artes, Diplomática y Notariado.
Enseñanzas Profesionales que se impartían en centros específicos para títulos de Maestro de primera enseñanza, Veterinario, Profesores mercantiles, Náutica, y de Maestros de Obras, Aparejadores o Agrimensores.
No obstante, la verdadera educación gratuita y obligatoria llegó con la II República, donde se crearon miles de escuelas y se intentó realmente una alfabetización de la población. No obstante, la llegada de la Guerra cambiaría esta reforma.
El franquismo impulsó varias leyes en la posguerra (ley de Instrucción Primaria y ley de Ordenación de la Enseñanza Media) pero la reforma llegaría en 1970 con la Ley General de Educación, donde se constituyeron la EGB, el Bachillerato, la FP y todo eso que conocemos gracias a nuestros padres. Ya gratuita y obligatoria, constaba la EGB de ocho cursos tras los que te daban o el Graduado Escolar o el Certificado de Escolaridad.
Ya con la democracia, la enseñanza se universalizó a toda España, y así todas las personas que conocemos han disfrutado de la educación.
En 1990 se cambió la educación hasta la que tenemos hoy en día, y ahora quieren volver a cambiarla.
Mucho les ha costado a los españoles disfrutar de una educación pública y gratuita, no dejemos que nos la quiten. La educación es un derecho, no un privilegio, y no debemos dejar que nos quiten lo que tanto nos ha costado ganar. Que nuestros hijos no puedan decir: Llo no fuy al colejio.


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