-Ricardoalfonso no puedes dejarme...
-Te dejo, pero quiero que sepas que la carne está sólo a 1'50€ el kilo en Supersol.
La publicidad, actualmente, está completamente infravalorada. Le damos a los anuncios la importancia de un mal programa de televisión, y no debería ser así. La publicidad, queramos o no, forma parte de nuestra vida, y en muchas ocasiones nos ayuda a decidir nuestra propia vida.
Los publicitarios, tanto como las empresas, saben la importancia que realmente tiene la publicidad, cómo nos influye y cómo dependen sus sueldos y nuestras vidas de ella. Por eso todas las empresas desean publicidad.
La publicidad más cara actualmente en España es la que se da el 31 de diciembre de cada año justo antes de las campanadas, seguida por la que se promociona el 1 de Enero tras estas. Este hecho se da debido a la cantidad de audiencia que reciben estos anuncios.
Además, la publicidad busca la forma de influir de la mejor forma en la vida. Por ejemplo, ¿Alguien se ha fijado en cómo por las mañanas los anuncios televisados son de detergentes, limpiadores o productos para el hogar? ¿O en cómo por la noche son de perfumes o programas de televisión? En una sociedad donde los que pueden ver la televisión por las mañanas son los amos de casa (los trabajadores y los niños están fuera de ella) y donde por la noche la ven todos, la publicidad se estructura en torno a la mayor audiencia posible.
Por otro lado, la publicidad influye en el modo de vida que elegimos vivir. Así, alguien a quien le gusten los anuncios de perfume elegantes y sofisticados, elegirá una vida más elitista, mientras que quienes prefieran la publicidad de perfumes más informales elegirá una vida más alocada e informal.
Además, la publicidad también ayuda a crear el mundo en el que vivimos. No está de más notar cómo los anuncios de productos para el hogar lo realizan señoras, jóvenes y madres, sin ver en ninguno al amo de casa que, cada vez más,queremos para que la igualdad de género sea real. Y en cambio, en los anuncios de coches potentes vemos a hombres fuertes que los conducen por carreteras enormes. Es de notar la diferencia entre el anuncio de un todoterreno, conducido por un hombre, y el de un coche más pequeño, como, por ejemplo, el Fiat 500, conducido casi siempre por una mujer en la publicidad.
Por lo menos, en materia de coches, las personas no hacen caso de la masculinidad o feminidad que transmiten sus respectivas publicidades, pero eso que hacemos con los coches, deberíamos exportarlos a los demás productos, y no dejarnos vencer por los estereotipos que nos venden que es, lo que, por desgracia, solemos hacer.
Sí, todos estamos irremediablemente influidos por la publicidad, por eso no debemos minusvalorarla.

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