sábado, 26 de enero de 2013

La convivencia del Destino

Algunas veces, las tonterías de las religiones nos afectan y nos confunden, haciéndonos preguntar si vale la pena pelearse por uno u otro profeta de un mismo dios. Pero a veces, el destino interfiere para hacernos ver que eso es absurdo e innecesario. En Israel, la cuna de las religiones,
nacieron la semana pasada cuatro gemelos en el mismo hospital, a la misma hora, de cuatro madres, cada una de una religión distinta: una judía, una musulmana, una cristiana y una drusa. Seis niñas y dos niños que, según el director del hospital, que estaba impresionado y muy contento, simboliza la convivencia de las religiones y la paz que debería haber entre ellas, lejos de la política y de los debates.
Los bebés convivieron sin problemas y lloraron todos con la misma intensidad, todos por igual, pues todos, en realidad, son iguales.
En Israel, la religión mayoritaria es la judía (80%) seguida por la musulmana (15%), luego la cristiana (3%) y por último la drusa (mezcla de Islam y filosofía griega).


Una vez más, la naturaleza nos enseña que las religiones son todas verdaderas para el creyente, que en realidad es el mismo Dios, que es el profeta quien cambia, y que no vale la pena pelearse por algo que podría ser la salvación de muchas personas. Porque, aunque la religión sea la fuente de conflictos internacionales y del mal de mucha gente, las iglesias son en realidad las controladoras, y librándonos de ellas y de su visión de los Libros Sagrados, podremos descubrir encerradas en sus páginas enseñanzas y valores dignos de ser reconocidos e impartidos, lejos del control de las diferentes iglesias. Librándonos del poder, nos libraremos de los prejuicios y podremos entendernos todos mucho mejor.
La religión no es el objetivo del destrozo. Es su cabeza pensante, su iglesia, su rey, su señor, o como se quiera decir.
Porque Dios no es anti-mujer, ni anti-homosexuales, ni anti nada. (bueno, sí anti-mal), así que las iglesias no deberían promover esos falsos valores religiosos. Se deberían dedicar a convivir, como esos niños, sabiendo que todos somos humanos y somo iguales, promoviendo el amor y el compañerismo. Promoviendo la inocencia y la bondad. Como los niños, los bebés, las criaturas más nobles de Dios...


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