Desde que empezó el año, miro a mi alrededor y solo veo caras de cansancio, de amargura, de hastío... ¿Qué nos pasa?
Evidentemente, a todos no nos ocurre lo mismo, cada persona esconde un mundo distinto, muchas experiencias, sufrimientos y momentos de alegría que nos hacen diferentes unos de otros. Pero lo que está claro, al menos para mí, es que tenemos muchas cosas en común.
Por ejemplo, me parece que no solo la única a la que este año le está pareciendo duro, pues cada día que pasa parece que nos obliga a concienciarnos más de que debemos ser responsables; estamos bajo la presión de que "ya es el último año". Y tenemos que acabarlo bien. Tenemos que empezarlo bien. Porque, aunque os duela, aún queda mucho camino. Hemos tenido todo un trimestre para arrancar los motores, y ahora nos queda otro y medio (porque no nos engañemos, en mayo ya habremos acabado) para dar todo lo que podamos, para trabajar a diario aunque descansando en las horas "no libres". No tenemos tiempo. Es un contrarreloj continuo, agobio, profesores que ya han puesto los finales, todos los exámenes, por lo que nunca podremos decir que no tenemos nada que hacer. Es una carrera continua. Como cuando teníamos que correr 45 minutos sin parar y a un ritmo rapidito (tal vez por eso este año no demos Educación Física...).
Y, sin embargo, no podemos rendirnos, en ningún momento, por mucho que nos cueste respirar y "nuestras piernas" precisen de un descanso. A veces, cuando se le coge el ritmo al cuarto de hora o así, parece que nos cansamos menos. Es cuestión de aguantar, de esforzarnos, de obligarnos sobre todo al principio.
Sé, de primera mano, que cuesta ponerse a estudiar después de comer, que el sofá te pide que te tumbes sobre él y no hagas nada, que descanses después de toda la mañana. Pero tenemos que ser sinceros con nosotros mismos, y dormir si verdaderamente lo necesitamos. Nuestro cuerpo siempre nos va a pedir más descanso cuanto más lo acostumbremos. Y no debemos mimarlo demasiado. Porque es como en verano: no hacemos anda, pero sentimos un cansancio que no es lógico.
Está en nosotros que seamos responsables, que nos sentemos a la mesa aunque el primer día dejemos caer la cabeza sobre el libro y cerremos los ojos... Tal vez al tercer día, nos mantengamos despiertos, y a la semana, seamos capaces incluso de pensar delante del libro.
Y es que, queridos lectores, debemos afrontar esto como campeones de la carrera. Llegaremos a la meta y nos pegaremos un verano legendario. Lo que no podemos hacer, y me incluyo, es venirnos abajo cuando no nos dan los resultados esperados, cuando estamos cansados de obligarnos a seguir, y como no podemos parar de correr, enfadarnos con el resto, con los que corren de otra forma, sin un libro en la mano quizá, pero con miles de problemas en una mochila a la espalda. Lo que no podemos hacer es aislarnos y morder a aquel que se atreva a hablarnos o que se compadezca de nosotros. No. No es justo. Porque no debemos olvidar que esto lo hacemos, aunque parezca increíble, libremente. Y recogeremos nuestras cosechas y nuestro trabajo se verá pagado. Pero si descuidamos nuestras relaciones personales, seremos infelices y no tendremos con quien celebrar nuestra satisfacción entonces. Y tal vez no haya vuelta atrás.
A ver, por poner un ejemplo, dicen que las personas, según su grado de optimismo, se pueden clasificar en dos grupos: las personas Luna y las personas Sol. Tal vez ya se hacen una idea de la comparación, pero mejor la explico. Las personas Luna sería aquellas caracterizadas por un tremendo pesimismo tan contagioso que apaga la luz del resto. Son esas que siempre ven problemas en todo, que te los cuentan uno a uno como preceptos irremediables, escépticos de la vida... Estas intentan convencerte de que vivir es un continuo sufrimiento, pretenden que te compadezcas de ellas. "Mírame, pobre de mí, que tengo que estudiar un montón... Ay, no sé de dónde sacaré el tiempo. Este sábado no salgo por la noche, ni el domingo, ya no más hasta verano, porque ¡no tengo tiempo!"
Falso. Muy falso, amigo mío. El tiempo es infinito cuando se aprovecha bien. Lo único que necesitas es organización, cambiar tus métodos de estudio quizá para no perder tanto tiempo, cambiarlo hasta encontrar el más adecuado para ti. No sirve de nada quedarse un sábado noche encerrado en casa viendo una película. No es recomendable (al menos yo no lo recomiendo, no sé los médicos). Si llevas un día entero estudiando y aprovechando bien, tienes que salir. Oblígate, toma el aire un poco aunque solo sea por respirar mejor. Es más, tómate esa salida de la semana como tu aliciente. Porque seguro que alguna vez os ha pasado, que has tenido muy poco tiempo para estudiar para algo pero te has tenido que organizar COMO SEA para sacarlo. Cuando solo tienes una tarde para estudiar un tema, TE LO TIENES QUE ESTUDIAR. Si es para dentro de una semana, se alarga, poco a poco, a un tiempo ralentizado que casi aburre. Y sabes que es posible hacerlo en un día, pero como aún queda tiempo...
Todo lo que hagamos de antemano, nos los agradecerá nuestro yo futuro, estoy segura. Así aunque parezca que "hacemos el canelo" haciéndolo tan pronto, está bien que lo hagamos.
En conclusión, mi consejo es, estudiantes del mundo, que no os convirtáis en zombis que yerran por el mundo sin un rumbo fijo, olvidándose hasta de su propio nombre. Nos nos convirtamos en Lunas dependientes de un Sol que tal vez no esté dispuesto a hacer el esfuerzo de alumbrarnos.
Os recomiendo que seáis personas Sol, con las que dé alegría pasar el poco tiempo libre, con las que verdaderamente nos sintamos bien. Personas buenas (a veces hay que tragar bastante, pero se traga y ya), y no rencorosas.
Este mundo de crisis precisa de una juventud con ganas de arreglar el mundo. Empecemos por arreglar nuestra vida :)
Feliz semana a todos.
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