domingo, 20 de enero de 2013

Más de lo mismo...

Yo con todo este tema de las religiones me vuelvo cada vez más escéptica. Y los domingos me vuelvo de lo más crítica. Esta vez le ha tocado el gordo al budismo. Espero que el karma no me lo tenga en cuenta...



Esto del budismo es, cuanto menos, complejísimo. Al parecer, como en la religión católica, hay un montón de ramas y variaciones. Pero a mí me interesaba el meollo del asunto, los fundamentos, los orígenes... Que tampoco pretendo hacer un análisis muy profesional; yo voy a opinar simple y llanamente de lo que más o menos entienda. Bueno, si os interesa el tema del budismo, lo primero que voy a aconsejaros es: no hagáis clic en el enlace de Wikipedia, porque saldréis con menos idea de la que teníais antes de entrar. 

He investigado un poco sobre el tal Buda. Era un príncipe o un noble -ni ellos lo tienen muy claro-, del cual hay constancia histórica. Parece ser que un oráculo vaticinó que iba a ser guía espiritual y a su padre no le entusiasmó la idea. Decidió criarlo en un lujoso palacio -sí, nuestro amigo era un niño bien- y lo casó a edad temprana; también tuvo pronto descendencia. Pero era inquieto nuestro amigo, y salió a las calles... Conoció la miseria y emprendió su formación espiritual en busca del sentido de esta. Porque qué sería de las leyendas si los oráculos se equivocasen... Bueno, pues Buda, que era muy buen hombre, abandonó a su mujer y a su hijo -ahí, dando ejemplo-. La religión vigente entonces mayoritariamente era el hinduismo, y nuestro muchacho rico se dijo: yo me voy a volcar en la meditación y voy a llevar una vida austera, porque a mí los monjes me han impresionado mucho. Cómo se nota que no había pasado necesidad en toda su vida (...) Cuando se dio cuenta de que por comer menos y vestir mal no avanzaba espiritualmente, Buda, que era de naturaleza terca, sentenció: Que mi piel se seque, mis manos se entumezcan y mis huesos se descompongan. Hasta que no haya logrado la comprensión no me levantaré de aquí.  Bajo una higuera sentado, siete semanas, eh. Y cuentan que ahí comenzó su viaje espiritual que desembocó en una revelación. Yo creo que después de siete semanas ahí empecinado lo que tenía era hambre y sueño, pero quién soy yo para opinar... Siendo hindú, creía en la reencarnación, y añadió a esta creencia que la vida, la muerte y el nacimiento eran sufrimiento. El final de ese ciclo sería el nirvana. ¿Y cómo alcanzarlo? Mediante el noble camino óctuple: rectitud en todo, más o menos resumido (...) Básicamente el budismo propone la preocupación exclusiva por el propio "yo". 

Y tras esta parrafada más o menos -va, más menos que más...- objetiva, y sin querer entrar más en materia, voy a pasar a contaros lo que yo he entendido del budismo tras mis poco provechosas lecturas. Existen cuatro verdades que consisten en la existencia del sufrimiento en prácticamente todo -nacimiento, muerte, y vida en sí-; el origen de este es el deseo o sed y su extinción depende de la extinción de ese deseo. El método para acabar con él es el noble camino... que viene a ser mucha meditación y conocimiento. 

El karma es un terreno en el cual no voy a entrar, porque para entenderlo en su totalidad hay que saber tanta teoría que yo me pregunto cómo existe tal cantidad de occidentales que se declaran budistas, porque requiere de una abstracción increíble. 

El nirvana. Según he leído... Mejor no leer, porque no vamos a entenderlo. El karma parece ser algo que solo puede comprenderse al experimentarse, y como mucho se nos puede indicar cómo alcanzar ese despertar, pero no se esclarece mucho sobre el asunto. 

En cuanto a la ética -normas morales hay por doquier-, los preceptos son muy obvios: respeta la vida, no robes, no mientas, no te drogues y mantén una conducta sexual correcta -no tengo la menor idea del significado de este...- Esto para los budistas de a pie, que los monjes tienen más de doscientas normas.

Y como guinda del pastel: el fundamento básico es el cultivo de la mente a través de la meditación.

Así de primeras... Bueno, es una religión más -ya llegaremos al Islam otra semana y sí tendremos más que comentar-. Pero el problema que le encuentro es que se presenta algo inaccesible. Para entender el budismo hay que pasarse leyendo media vida. Y cuanto yo he leído no ha sido más que mensajes que dicen: yo te lo explico así por encima, porque no lo vas a entender... Esto es así muy resumido o una desmesurada cantidad de términos en otro idioma que ni se medio explican.

Y yo me pregunto... ¡¿cómo hay tantos budistas ahora?! Pero si a penas hay información y la que encuentro no es ni clara. Yo no puedo seguir algo que no entiendo... Y sin embargo, parece que se ha puesto de moda. Como hacerse vegetariano -desde mi respeto, de veras, pero aquí hay mucho postureo-.

¿Mi opinión al respecto? Lo que se extiende es una simplificación del budismo patética. La gente lo reduce al karma que creen que consiste sencillamente en actuar como te gustaría que actuasen todos y el principio de "el que la hace la paga". Puuuf... Y así es que en una sociedad súper capitalista y hedonista, ahora das una patada a una piedra y encuentras siete budistas, cuatro vegetarianos y otros tantos que si no hacen yoga se declaran anti sistema -ya dedicaré otra entrada a estos-. ¡Postureo! 

Nadie comprende de la misa la media, pero queda muy exótico decir que eres budista. Eso sí, la semana que viene me declaro agnóstica y para siguiente se me habrá revelado el milagro divino y qué va, que yo siempre he sido católica, solo ha sido una crisis de fe...

Una vez más, solo encuentro en la religión eso de... Pórtate bien en esta vida y sufre -que la vida es sufrimiento-, que algo -llámese dios, karma o como quieras-, rige todo y sufrirás las consecuencias de la violación de los preceptos que imponemos. Y qué queréis que os diga, a mí el rollo de la renuncia al placer y la consagración de la vida al sacrificio en pos del logro de una vida mejor que tendrá lugar tras la muerte a la que no ha de temerse no me convence; que yo no veo razón para sufrir así por las buenas sin constancia alguna de la existencia de una continuidad de esta vida. En la cual nadie me asegura la posesión de mi portátil -desde el cual escribo esto- ni mi móvil de tercera generación o mi iPad mini. Pero no me llaméis materialista -que ni siquiera sabéis lo que significa-, llamadme hedonista, que suena mejor (...)



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