Ganas de gritarle al mundo, de evadirnos de todo, de acabar con todos de una vez; a veces sentimos frustración al no poder llevar a cabo nuestras decisiones, al dejar que otros las tomen por nosotros. Y ni siquiera la decepción es tan amarga como la frustración. Ni tan siquiera el dolor. Ni el odio. Entonces, ¿Por qué deberíamos dejar que otras personas, ajenas por completo a nuestras vidas, nos causen esa frustración tan absurda y tan dolorosa? Absurda porque no deberíamos tenerla; Dolorosa no hace falta definirla.
Y la peor frustración es aquella que se siente cuando te dicen una y otra vez
que no eres capaz de hacerlo, que vas a fracasar, que eres un/a soñador/a, que no podrás llevarlo a cabo nunca, que no vas a lograr lo que te has propuesto... porque ellos te lo van a impedir, porque ellos van a hacer fracasar tu resolución para que no se cumpla tu destino.
"No tenéis ni idea de lo alto que puedo volar..." dice la letra de Hacia lo salvaje del grupo Amaral. Una canción que defiende la libertad para elegir tu propia vida, para que nadie te quite lo que es tuyo, para que nadie intente caminar tu camino por ti.
Porque si tropiezo, será mi error, culpa mía, aprenderé de ello y me levantaré. Si tengo éxito, también será sólo mío. También será causa mía y no se lo deberé a nadie. Tendré absoluta certeza de que lo he logrado yo solo/a y de que soy capaz de hacerlo. Tendré satisfacción y orgullo de mí mismo/a.
Pueden darnos consejos, pero no nos pueden ordenar hacer nada que no queramos. Pueden tener miedo por nosotros, pero debemos ser nosotros quienes podamos decidir si enfrentar el miedo o huir de él.
Y muchos podrán huir del miedo y del destino, pero lo único plausible es continuar y enfrentarlo, porque te volverás a encontrar con él tarde o temprano, y volverás a pensar tantas veces si lo que no hiciste podría haber cambiado tu vida en algo...
Estoicos que hablaban de aguantar el dolor; personas que hablan de enfrentar los miedos. Y nadie nos puede obligar a huir si queremos seguir avanzando. Nadie nos puede obligar a retroceder. Nadie nos puede obligar a ser lo que no somos.
Y si acaso sientes un chantaje sobre ti para obligarte a hacerlo, podríamos descubrir que estamos ante una persona que no vale la pena: aquella que quiere cambiarte por la fuerza.
Sí, nadie ni nada puede pararnos. El mundo nos pertenece.
Oímos que el dinero es el dueño del mundo, pero se equivocan. El dueño del mundo es el amor. Amor a las personas y a la vida. Amor a continuar. Amor. Y el amor no se agota y pertenece a todos. ¿Por qué no íbamos a poder, entonces, si el amor también es nuestro?
Exacto, nuestras decisiones nos pertenecen. Nadie, jamás, podría quitárnoslas. Pueden acabar con nuestro pensamiento, con nuestras creencias, con nuestras cosas materiales, pero no podrán acabar con nuestras decisiones. Que nadie te engañe: nadie puede decidir por ti.
Nunca.
Nadie.
El mundo nos pertenece.
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