domingo, 31 de marzo de 2013

La imaginación.


Es eso que te lleva a otro mundo, que te permite ver cosas que no ves, que no oyes, que no hueles, que no tocas, que no saboreas... tal vez algo que no existe, una situación que jamás sucedió. Es algo realmente importante. Pero también es muy peligroso.

La imaginación se relaciona con los sueños, con el mundo del subconsciente. Este es el encargado de fabricar esas imágenes, de ahí el nombre (la palabra imaginación viene de imago "retrato", y se relaciona con la raíz del verbo imitari "imitar", que con el sufijo -ción indica acción, por tanto sería algo así como "acción de imitar").



Imitar la realidad, o la ficción. Es increíble que a veces podamos pensar en cosas que jamás hemos visto. Pero, sin embargo, lo que "inventamos" no es más que una mezcla de entes que ya existen. Pongo por ejemplo: si queremos inventar a un personaje, o a un monstruo, pensaremos por lo general en alguien con ojos, manos, cabeza... aunque estos estén desproporcionados, aunque la piel sea de color verde, es piel, aunque solo tenga un ojo, tiene vista. 
Intentemos imaginar algo que jamás hayamos visto. Es imposible. Siempre pensaremos si quiera algo relacionado con lo que ya conocemos.



Pero el caso es que esta capacidad nuestra, que nos hace tan humanos como el miedo mencionado en la entrada anterior, nos hace muchas veces daño. Es bonito imaginar, pero hay momentos en los que no quieres hacerlo y es incontrolable, tu cabeza decide volar y abre sus alas, sin preocuparse de preguntar a nadie. No importa si estabas estudiando, si necesitabas concentrarte en lo que sea, cada cierto tiempo el ser humano necesita pensar en algo distinto, si es irreal más que mejor. Y te tienes que aguantar, porque hasta que tu mente no decida concentrarse y dejar de imaginar, no podrás continuar con lo que estuvieses haciendo. Es muy difícil.



Y cuando dormimos, nuestra imaginación llega hasta los límites de lo insospechado. Y todos nuestros pensamientos, sobre todo nuestras preocupaciones o aquello que en algún momento nos ha llamado la atención, o que ha aparecido tras muchos años recordando a tu conciencia que aún sigue ahí... todo ello se mezcla en un torbellino de sensaciones que se nos antojan reales. Pero no lo son. Y cuando despertamos, nos cuesta hacernos a la idea de que todo eso era falso. ¿Es que nunca te ha pasado que has estado convencido de que algo ha pasado realmente? ¿O que has mantenido una conversación que nunca ha tenido lugar? Lo que decía, es peligroso, porque puedes dejar ver a otras personas tus temores o preocupaciones.


La imaginación, en conclusión, es un arma poderosa pero a  menudo incontrolable, peligrosa. Sin embargo, no debemos perderla jamás en nuestra infancia, porque es la que suele dar sentido a nuestra vida, la que nos anima a tener nuevos proyectos porque pensamos en el futuro, nos da motivos.

Como consejo, os diría que la tratéis como una cometa: dejadla volar, pero nunca soltéis la cuerda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario